CARTA
PUBLICA A ROBERT SERRA.
QUERIDO CAMARADA
QUERIDO MUCHACHO DE LA PATRIA
A pesar de haberlo presentido
unos días antes, cuando te entrevisto el Camarada Diosdado; esa fatídica noche,
ante la pantalla de Venezolana de Televisión,
me quede paralizado momentáneamente. Un zarpazo criminal nos atravesó el
alma. Nos decían que la mano criminal de la ultraderecha terrorista te había
cortado vilmente el aire de la vida y contigo a la de tu compañera, la María de tus alegrías y de
sueños.
Una lanza de Boves, Morales y
Zuazola voló por el tiempo histórico de estos doscientos
años de combates y se clavo en el alma de nuestro pueblo. Vi tu corazón
apuñalado, el corazón vibrante del pueblo, de la Patria , vi tú palpitar
agonizante desbordarse de rojo y salir de tu joven cuerpo martirizado, irrumpir
por la puerta de tu casa, recorrer las
calles de La Pastora ,
gritando con dolor y rabia la noticia, a
los habitantes de los barrios de Caracas. Vi a los árboles del Valle irredento
de la Caracas
de Guaicaipuro y Chacao, doblarse de
dolor y empinarse al cielo buscando el
aire de la vida, llenos de ira revolucionaria.
El aire frío de esa noche bajo con el Guaraira
Repano y juntos marcharon en una posta de alerta y de combate hacia los llanos
de Barinas, hacia las alturas de la Cordillera de los Andes, hasta encontrar el
Relámpago del Catatumbo y llevarle nuestras lagrimas de dolor al Lago de
Maracaibo.
Un poco mas de dos décadas y media florecistes de amor por tus
hermanos los humildes, los mismos que
como tu pasaron de vivir soñar y esperar, a vivir para combatir por la vida de
verdad, por la felicidad que merecemos, gracias, en este tiempo, a la magna
obra de nuestro Gigante Eterno, nuestro querido e inolvidable Comandante
Chávez, nuestro líder y maestro; tu maestro, quien sembró en tu alma la dulce
condición del amor revolucionario y la
firme templanza del acero Bolivariano.
No tuve el honor de conocerte
personalmente, no importa. Igual fuiste a pesar de llevarte yo, más de tres
décadas de distancia en la existencia, un hermano, un compañero, mi querido
Camarada, muchacho querido de la
Patria.
Quiero que sepas, muchacho
querido, que haré lo que tú seguro harías, en caso de haber sido yo, o
cualquiera de nosotros, quien hubiese
estado en tu cuerpo y en tu casa; esa noche de la fatídica emboscada de la
muerte tendida por el enemigo. Un terrible temblor atravesaría tu alma y
llorarías mucho, como hoy te estoy llorando, como te llora nuestro pueblo, como tú y yo y millones como nosotros,
lloramos al Comandante Chávez. Con un manantial de dolor bajándote del alma,
seguro estoy que recurrirías al teléfono y al Twister y le comunicarías la
infausta noticia a todos y todas nuestros Camaradas. Y también que sabrías
secarte las lagrimas, superar el dolor inmenso de la perdida de otro
combatiente y te arrodillarías para elevar una plegaria al cielo y jurar seguir
nuestros combates por la felicidad de nuestro pueblo.
Donde estés, si es que estas en algún lugar
distinto a este planeta, que se niega a morir, quiero que sepas que tu corta
existencia también nos marco con tu ejemplo para siempre; que no dejaremos que
tu hermosa memoria caiga en el olvido y que la recogemos, como quien recoge una delicada y fragante flor y una valiosa y primigenia semilla, para seguirla sembrando en el corazón de ese pueblo que te vio
nacer, que te admiro y amo
incondicionalmente ese tú pueblo que te hizo diputado y que vibro contigo al lado
de nuestro querido Comandante Eterno HUGO RAFAEL CHAVEZ FRIAS. Honor y gloria para ti y para la María de tus sueños querido
muchacho, Camarada, amigo.
Gilfredo
Escobar Muñoz.
Cabudare.
Estado Lara, 3 de Octubre de 2.014
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