viernes, 3 de octubre de 2014

CARTA PUBLICA A ROBERT SERRA

CARTA PUBLICA A ROBERT SERRA.

QUERIDO CAMARADA
QUERIDO MUCHACHO DE LA PATRIA

A pesar de haberlo presentido unos días antes, cuando te entrevisto el Camarada Diosdado; esa fatídica noche, ante la pantalla de Venezolana de Televisión,  me quede paralizado momentáneamente. Un zarpazo criminal nos atravesó el alma. Nos decían que la mano criminal de la ultraderecha terrorista te había cortado vilmente el aire de la vida y contigo a la de tu compañera, la María de tus alegrías y de sueños.

Una lanza de Boves, Morales y Zuazola  voló  por el tiempo histórico de estos doscientos años de combates y se clavo en el alma de nuestro pueblo. Vi tu corazón apuñalado, el corazón vibrante del pueblo, de la Patria, vi tú palpitar agonizante desbordarse de rojo y salir de tu joven cuerpo martirizado, irrumpir  por la puerta de tu casa, recorrer las calles de La Pastora, gritando  con dolor y rabia la noticia, a los habitantes de los barrios de Caracas. Vi a los árboles del Valle irredento de la Caracas de Guaicaipuro  y Chacao, doblarse de dolor y empinarse al cielo  buscando el aire de la vida, llenos de ira revolucionaria.

 El aire frío de esa noche bajo con el Guaraira Repano y juntos marcharon en una posta de alerta y de combate hacia los llanos de Barinas, hacia las alturas de la Cordillera de los Andes, hasta encontrar el Relámpago del Catatumbo y llevarle nuestras lagrimas de dolor al Lago de Maracaibo.

Un poco mas de dos  décadas y media florecistes de amor por tus hermanos los humildes, los  mismos que como tu pasaron de vivir soñar y esperar, a vivir para combatir por la vida de verdad, por la felicidad que merecemos, gracias, en este tiempo, a la magna obra de nuestro Gigante Eterno, nuestro querido e inolvidable Comandante Chávez, nuestro líder y maestro; tu maestro, quien sembró en tu alma la dulce condición  del amor revolucionario y la firme templanza del acero Bolivariano.

No tuve el honor de conocerte personalmente, no importa. Igual fuiste a pesar de llevarte yo, más de tres décadas de distancia en la existencia, un hermano, un compañero, mi querido Camarada, muchacho querido de la Patria.

Quiero que sepas, muchacho querido, que haré lo que tú seguro harías, en caso de haber sido yo, o cualquiera de nosotros,  quien hubiese estado en tu cuerpo y en tu casa; esa noche de la fatídica emboscada de la muerte tendida por el enemigo. Un terrible temblor atravesaría tu alma y llorarías mucho, como hoy te estoy llorando, como te llora nuestro pueblo,  como tú y yo y millones como nosotros, lloramos al Comandante Chávez. Con un manantial de dolor bajándote del alma, seguro estoy que recurrirías al teléfono y al Twister y le comunicarías la infausta noticia a todos y todas nuestros Camaradas. Y también que sabrías secarte las lagrimas, superar el dolor inmenso de la perdida de otro combatiente y te arrodillarías para elevar una plegaria al cielo y jurar seguir nuestros combates por la felicidad de nuestro pueblo.

 Donde estés, si es que estas en algún lugar distinto a este planeta, que se niega a morir, quiero que sepas que tu corta existencia también nos marco con tu ejemplo para siempre; que no dejaremos que tu hermosa memoria caiga en el olvido y que la recogemos, como quien recoge una delicada y fragante flor y una valiosa y primigenia semilla, para seguirla sembrando en el corazón de ese pueblo que te vio nacer, que  te admiro y amo incondicionalmente ese tú pueblo que te hizo diputado y que vibro contigo al lado de nuestro querido Comandante Eterno HUGO RAFAEL CHAVEZ FRIAS. Honor y gloria para ti y para la María de tus sueños querido muchacho, Camarada, amigo.

Gilfredo Escobar Muñoz.

Cabudare. Estado Lara,  3 de Octubre de 2.014

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