martes, 18 de febrero de 2014

25 AÑOS DE LA EXPLOSION SOCIAL Y LA MASACRE DEL CARACAZO.

“…Cuando los causes se reventaron, cuando de pronto pareció todo posible, cuando de pronto el pueblo se encontró con su fuerza y en completa libertad, no se dirigió contra ninguna persona, no quiso cobrar vidas, de pronto se contentó con comida y ropa, luego buscó realizar viejos sueños: un buen colchón, artefactos eléctricos, bastante licor y finalmente la cosecha, para compartir, cambiar y vender. En la ciudad reinaba el miedo y en el barrio la alegría del botín. La mercancía, ese fetiche inalcanzable, yacía por fin a sus pies, sometida sin ningún esfuerzo. Ese fue señor, el día increíble en que los pobres compraron sin plata y mandaron los que no tenían ningún poder.”Pedro Trigo. “Salmo en la revuelta” Revista Sic 513.Centro Gumilla. Abril 1989

25 AÑOS DE LA EXPLOSIÓN SOCIAL Y LA  MASACRE DEL CARACAZO.

Esta edición de nuestra revista esta dedicada a los sucesos ocurridos en  Guarenas, Guatire, Caracas y las principales ciudades del país (La Guaira, Barquisimeto, San Cristóbal, Valencia, Maracay, Ciudad  Guayana, CD. Bolívar, Maracaibo, Valencia, Barcelona, Puerto La Cruz, Cumaná, Mérida, Puerto Cabello, etc. los días 27 y 28 de Febrero de 1.989; así como la semana subsiguiente del mes de Marzo del mismo año. Dichos  acontecimientos son conocidos popularmente como EL CARACAZO y constituyeron una verdadera explosión social de protesta y masiva rebeldía popular ante la aplicación, por parte del gobierno de Acción Democrática, presidido por Carlos Andrés Pérez (1.998/2.004), de las recetas del Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) y el Banco Mundial (B.M.).

Dichas medidas se dieron a conocer  en los ámbitos de la tecnocracia nacional e internacional como los “Programa de Ajustes Estructurales”. Las mentadas “Políticas de Shock” pregonadas por el Premio Nobel de Economía Milton Friedman y su “Escuela de Chicago” emuladas en Venezuela por los denominados “IESABOYS”, la ONG CEDICE Y EL GRUPO EMPRESARIAL  RORAIMA, entre otros sectores de las clases dominantes para la corrección de los denominados “Desequilibrios Macroeconómicos” resultantes de la crisis que en esa época vivía el Sistema Capitalista. Políticas y Programas estos inspirados en una de las más descarnadas ideologías  con la cual la Burguesía y el conjunto de las clases dominantes han pretendido reordenar, legitimar y justificar su sistema de explotación y opresión contra los Trabajadores y el conjunto de la humanidad.

El modelo de desarrollo impuesto a la sociedad venezolana, luego de la aparición y predominio en nuestra economía, de la inmensa riqueza petrolera permitió el surgimiento de una Burguesía Parasitaria  que atesoró sus riquezas mediante “el reparto del botín de la renta petrolera”. Su inserción en la rama mas desarrollada y monopolizada de la economía mundial (petrolera) le garantizó a los  diferentes gobiernos que administraron el Estado Capitalista (bajo la forma de Dictadura Militar o de Democracia Burguesa Representativa) disponer de una elevada renta petrolera  permitiéndoles evadir, por varias décadas, la aplicación de las políticas neoliberales pregonadas por los organismos multilaterales para superar la crisis mundial en los centros hegemónicos y la periferia dependiente del sistema capitalista. La búsqueda del anhelado modelo de “desarrollo industrial” pretendió alcanzarse por la vía de la política de “Sustitución de Importaciones”, bajo la orientación de la CEPAL con un estrepitoso fracaso, privilegiando el desarrollo del Capitalismo de Estado orientado a fortalecer el circuito monopólico de acumulación de capital en manos privadas.

Los partidos Acción Democrática y Copey en sus sucesivos gobiernos combinaron esas políticas con otras de marcado carácter populista, a la par que cultivaron y desarrollaron prácticas clientelares y corruptas que envilecieron progresivamente la gestión gubernamental. Las gestiones presidenciales de Luis Herrera Campins (COPEY. 1979/1984)  y de Jaime Lusinchi (AD.1984/1989) que antecedieron al segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (AD. 1998/2003) incluido el de su primera gestión (AD.1973/1978); no solo no fueron capaces de romper la dependencia nacional de la renta petrolera y de la defensa de los intereses del imperialismo norteamericano, sino que al mermar dicha renta, incurrieron en graves déficits fiscales que los condujeron a dar inicio a la aplicación de políticas neoliberales y a  un gigantesco  endeudamiento del país. Aunado a un progresivo abandono de las políticas publicas de “Seguridad Social” típicas del “Estado Benefactor” capitalista. Hasta tal punto llegó la situación que los propios organismos multilaterales calificaron a la década del ochenta como “la década pérdida”. Prácticamente todos los indicadores del desarrollo económico y social adquirieron carácter regresivo generalizándose el subdesarrollo (desempleo, desnutrición, exclusión educativa, del acceso a la vivienda y a la salud, inseguridad, etc.) y la pobreza, para la inmensa mayoría de los venezolanos.

De manera insólita un país que dispuso por décadas de una extraordinaria riqueza fue conducido a una situación de crisis generalizada y la salida para restablecer los llamados “Desequilibrios Macroeconómicos, vale decir la dinámica del proceso de acumulación monopólica de capital en manos de la burguesía venezolana, como socia del capital trasnacional, no fue otro que descargar las consecuencias del desastre económico, social y político, por ellos generado, sobre los trabajadores y la inmensa mayoría de la población. Los intelectuales orgánicos de las clases dominantes se habían encargado de convencer al liderazgo político de la necesidad de desmantelar el Capitalismo de Estado alcanzado y aplicar las políticas neoliberales, consistentes en los procesos de privatización y en la aplicación de la “Libertad de Mercado” con lo cual el supuesto “libre juego de la oferta y la demanda” y “la mano invisible del mercado” generaría progreso y desarrollo nacional. La obtención de los recursos financieros para tales propósitos implicó arrodillarse ante las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El conjunto de medidas neoliberales del Programa de Ajustes conocido también como “el Paquete” implicaba:

-         Someterse a un programa bajo supervisión del Fondo Monetario Internacional con el fin de obtener aproximadamente 4 mil 500 millones de dólares en los 3 años siguientes..
-         Liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor del 30%.
-         Unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial.
-   Determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización de todas las transacciones con el exterior a la nueva tasa flotante.
-         Liberación de los precios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica.
-      Anuncio del incremento no inmediato, sino gradual de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico.
-      Aumento anual en el mercado nacional durante 3 años de los precios de productos derivados del petróleo, con un primer aumento promedio del 100% en el precio de la gasolina.
-         Aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
-       Aumento de sueldos en la administración pública central entre el 5 y el 30% e incremento del salario mínimo..
-         Eliminación progresiva de los aranceles a la importación.
-         Reducción del déficit fiscal a no más del 4% del producto territorial bruto.
-         Congelación de cargos en la administración pública.

El 27 de Febrero de 1.989 la protesta que comenzó en la ciudad de Guarenas, como una reacción de  los estudiantes y el pueblo ante el incremento desmesurado del pasaje hacia Caracas y al ser reprimida violentamente por la Policía Metropolitana y la Guardia Nacional, se convirtió progresivamente en una protesta popular generalizada. De la protesta popular el pueblo pasó a los saqueos de los comercios en buena medida responsable del descarado acaparamiento de los bienes de primera necesidad. El gobierno de Carlos Andrés .Pérez (AD) desató, contra el pueblo indefenso, la más brutal represión, conocida por la historia política venezolana, generando como consecuencia una verdadera masacre en la cual la Policía Metropolitana (P.M.), la Policía Técnica Judicial (PTJ.) y los Cuerpos de Seguridad del Estado: Dirección de Inteligencia Militar (DIM.); la también extinta Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP); la Guardia Nacional y el Ejercito, haciendo uso de armas de guerra, dispararon cerca de 4.000.000 de balas. Se aplicó la denominada  “Ley de Fuga” a los presos del Reten de Catia y el asesinato masivo de indigentes en las calles de Caracas y otras ciudades, así como también se puso en práctica una verdadera razia  de allanamientos y represión contra el Movimiento Estudiantil y contra los militantes de las organizaciones revolucionarias a quienes los cuerpos represivos, la Guardia Nacional y el Ejercito calificaban como “dirigentes de un plan  subversivo para atentar contra el Sistema Democrático”.

Se aplicó, como nunca antes, indiscriminadamente, la violencia criminal contra el pueblo, sin distinguir familias enteras que se encontraban en sus residencias, niños, mujeres e incluso ancianos que quedaron atrapados en medio del “Toque de Queda” impuesto por la suspensión de las Garantías Constitucionales decretada por el gobierno.

Fue de tal magnitud la violencia represiva desatada y sus consecuencias, que el propio Ministro de Relaciones Interiores Alejandro Izaguirre, al dar el Primer Parte Gubernamental, a la opinión Publica Nacional, no pudo soportar sus contradicciones morales internas y sufrió un desmayo que le impidió leer el comunicado oficial. La versión dada en rueda de prensa, por el propio Presidente de la República Carlos Andrés Pérez, solo reconoció cerca de cuatrocientas (400) victimas con el descaro de sostener que “habían sido victimas de su propia violencia al lanzar piedras contra las vidrieras de los Bancos”; cuando diferentes instituciones de Defensa de los Derechos Humanos como los medios de Comunicación Social nacionales e internacionales indicaban, que la cifra de muertos podía situarse entre 3.000 y 5.000 personas.

El papel de los denominados Medios de Comunicación adquirió frente a los sucesos del Caracazo una doble faz. Los días 27 y 28 cubrieron ampliamente los sucesos entrevistando incluso a algunos de los participantes en las acciones que se desarrollaban. Posteriormente luego de la suspensión de las Garantías Constitucionales y la declaración del “Toque de Queda” mediante la aplicación del Plan Ávila desarrollaron una feroz campaña contra el pueblo presentándolo como “desadaptados”, “extranjeros”, “Turbas” sin cuestionar el Paquete de Medidas del Ajuste Neoliberal impuesto al país.

Una vez reestablecido “el orden” el gobierno procedió a reestructurar exprograma de Ajustes manteniendo incólume los compromisos que había firmado en la “Carta de Intensión” firmada con el FMI el mismo día 28 de Febrero, en medio de la cruenta represión contra el pueblo. Posteriormente fueron localizados en el Cementerio General del Sur de Caracas, en el sitio conocido como “La Peste” las Fosas Comunes en las cuales los Organismos de Seguridad del Estado, en medio de la oscuridad  procedieron a sepultar un número aún no determinado de victimas. La presión del Movimiento Popular y de las Organizaciones de Defensa de los Derechos Humanos permitieron la intervención de la Fiscalía General de la República y con ello la identificación de aproximadamente un centenar de los cuerpos localizados.

Los lamentables y dramáticos sucesos del 27 y 28 de Febrero de 1.989 marcaron el punto de quiebre definitivo del Sistema Puntofijista que se había desarrollado mediante la combinación del populismo, las mascaradas electorales y una permanente represión contra el movimiento popular. La ilusión de armonía y el falso consenso que se imponía desde el gobierno mediante la mediatización de las organizaciones gremiales y sindicales, controladas bien por AD,  o  bien por COPEY quedó herida de muerte. Los partidos defensores del sistema capitalista demostraron que, aún cuando podían lograr capitalizar los votos mayoritarios de la población, carecían de vínculos orgánicos con ella y no representaban su aspiración a una vida genuinamente democrática y de justicia social. Las clases dominantes y sus representantes en los medios de comunicación, en las universidades y a través de los partidos políticos hicieron ver en la opinión pública  que estaban en disposición de dar inicio a una rectificación. Sin embargo, en el corto tiempo, continuaron con las mismas prácticas que caracterizaron históricamente al funcionamiento de su sistema de dominación y opresión.

La izquierda revolucionaria profundamente debilitada, política y organizativamente, por las derrotas sucesivas y las divisiones, durante  varias décadas, fue sorprendida por la explosión social del Caracazo y aún cuando algunos de sus cuadros de base se incorporaron a la protesta popular y trataron de dotarla de direccionalidad, carecían de la preparación y organización  para lograrlo. Probablemente, el mayor impacto y el mayor efecto de esos graves acontecimientos, además de sus influencias dinamizadoras en el propio Movimiento Popular, ocurrieron dentro de las Fuerzas Armadas del Estado Capitalista en crisis. Tanto por su composición de clases (la mayoría de sus miembros proceden de los sectores populares), como por su papel histórico, en la conformación de nuestra nacionalidad, los militares venezolanos han cumplido un papel protagónico de carácter político en nuestra historia. En diferentes etapas de la vida nacional asumieron  la función de gobierno bajo la forma dictatorial y también en diferentes oportunidades, se pronunciaron mediante rebeliones propiamente militares o cívico militares, frente al sistema de dominación imperante. Contra el naciente gobierno democrático burgués del Pacto de Punto Fijo, en el periodo de Rómulo Betancourt se sucedieron cinco Rebeliones Militares. Al decir del Comandante Hugo Chávez Frías, máximo líder de la Rebelión del Cuatro de Febrero de 1992,  y de los Comandantes de los militares rebeldes, de la segunda Rebelión de ese año 1992, ocurrida el 27 de Noviembre; los miembros de la joven oficialidad venezolana, fueron conmocionados por los sucesos del Caracazo y por el papel represivo cumplido por las Fuerzas Armadas, contribuyendo significativamente a acelerar sus planes de la Rebelión que venían planificando en la última década.
 Durante los años que siguieron al Caracazo, se mantuvo en la opinión pública nacional la inquietud acerca de la posibilidad de que un acontecimiento similar pudiera repetirse. El triunfo del Comandante Chávez el año 1998, los procesos sociopolíticos que se desarrollaron a partir de su ascenso a la presidencia y el avance de la Revolución Bolivariana, con las innumerables conquistas y logros alcanzados bajo su extraordinario liderazgo, han venido desmontando el sistema de exclusión social y política  que prevaleció durante las décadas de dominio de la Democracia Burguesa Puntofijista. Sin embargo, las fuerzas sociales, políticas y militares  de la Revolución Bolivariana tienen el deber de profundizar en el análisis de aquellos acontecimientos y desarrollar las capacidades criticas y autocríticas necesarias a todo proceso de transformación revolucionaria, para ampliar y profundizar cada vez más el Proceso de Transformación Nacional en Marcha y sus capacidades para interpretar, organizar y movilizar a nuestro pueblo, para que se convierta cada vez más en el verdadero Sujeto Protagónico planteada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Ello conjuntamente con la consecuencia en la teoría y en la practica con el legado de nuestro Comandante Supremo constituyen los mejores antídotos para evitar la repetición de aquellos infaustos sucesos y para garantizar la aplicación de la orientación que nos dejara con sus últimas palabras… UNIDAD, BATALLA Y VICTORIA.

Soc. Gilfredo Escobar Muñoz.
Coordinador Nacional de Formación Sociopolítica. PDVSA AGRICOLA.
Cabudare 4 de febrero de 2.014